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Carmen
Veinticinco años después de un estreno que revolucionó la visión que del flamenco se tenía en el mundo, la Carmen de Antonio Gades sigue cautivando al espectador y se ha convertido en un clásico de la danza y de la escena. Su éxito se ha visto refrendado por más de 68.000 espectadores en países de Europa, Asia y África. La versión para teatro de Carmen se fue concibiendo casi paralelamente al rodaje de la película de Carlos Saura. El estreno parisino en 1983 supuso un rotundo éxito de crítica y público que situó definitivamente a Antonio Gades en la esfera de los más importantes bailarines y coreógrafos del mundo. El genial bailarín no dudaba en afirmar que Carmen fue una incomprendida, porque cuando se escribió la obra en 1837, esa mujer escandalizó a los puritanos y a los que no podían ver que ella representaba la verdadera emancipación de la mujer. En palabras de Gades: “Hice Carmen por que no me gustaba esa imagen estereotipada y falsa que tiene, siendo una mujer que cuando ama se entrega sin reservas, que no abandona a su clase aunque se encuentre en las más altas esferas”. Carmen “El baile es aquí protagonista absoluto y quien dice baile dice ritmo, música, movimiento. Nuestra intención ha sido la de encontrar en nuestras raíces, los elementos de esta Carmen y para ello hemos utilizado el baile y el cante flamenco, sin desdeñar por ello, la hermosa partitura de Bizet”.
Bodas de sangre
En 1974, la compañía de Antonio Gades estrenaba una pieza destinada a convertirse en un punto de referencia inevitable para la danza española: Crónica del suceso de bodas de sangre. El valor intrínseco y universal de la historia lorquiana, unido al minucioso trabajo de un grupo de profesionales aglutinados por el talento creador de Antonio Gades, alcanzó unas cotas cuyas repercusiones se multiplicaron infinitamente al entrar en el juego un tercer implicado, Carlos Saura, que rodó íntegramente el ballet y lo llevó en 1981 a las pantallas de todo el mundo.
La difusión y el éxito de la película hicieron que la admiración el conocimiento y el respeto por el baile español crecieran en unos pocos años más que en toda su historia teatral. Hasta tal punto que son muchos los que afirman que ha habido un antes y un después de este título. Así pues, Bodas de sangre, se nos presenta como una coreografía magistral y, al mismo tiempo austera, marcada por una esencialidad que sólo se pudo conseguir a través de muchas renuncias. Había que renunciar a traducir el lenguaje literario y debió ser difícil para Gades y para Alfredo Mañas -autor de la adaptación- dejar a un lado las palabras afiladas y exuberantes de Lorca para reinventar mediante la danza cuanto éstas esconden. Esa honestidad hecha de trabajo y de renuncias, unida sin duda a una inteligencia especial para captar lo esencia de las cosas, para mezclar las conquistas de la danza clásica española con la espontaneidad de los bailes y ritos populares, para aunar pasos a dos llenos de fuerza y de pasión con movimientos de masas geométricamente diseñados, para atreverse a utilizar en escena recurso como el ralentí, han hecho que Bodas de Sangre permanezca en los corazones y en la memoria de cuantos la han podido disfrutar.
Suite flamenca
Los siete números de baile flamenco tradicional bajo el prisma de Antonio Gades logran cubrir la historia estética del baile flamenco de forma sorprendente, a través de solos, dúos, así como bailes de grupo. Esta obra fue calificada en su tiempo como vanguardista y se ha convertido en una referencia clásica para la coreografía del arte flamenco.